El sabor del auténtico café boricua llega al Lower East Side

Para Sam Sepúlveda el café es una de sus grandes pasiones.

Como típico puertorriqueño el amor por el grano boricua es algo que quiere compartir con el mundo entero.

"Yo soy apasionado de la agricultura y de la tierra", explica el empresario boricua. 

Quien junto a su socio, Iván Peña, comenzaron a sembrar café en Maricao, Puerto Rico, creando la marca 787 coffee.

Desde el 2016, este café comenzó a adquirir reconocimiento a través de su página web y, posteriormente, decidieron exportar el café a los Estados Unidos.

La marca, que lleva el nombre del número del código telefónico de la isla, es un orgullo para para los boricuas de Loisaida.

Y ese valor por el café es uno que Puerto Rico ha tenido desde hace siglos.

Para el 1880, la isla era uno de los mejores lugares para la cosecha del grano de café tipo arábica, uno de alta calidad.

Su reconocimiento fue tanto, que según la historiadora Libia González, el café de Puerto Rico llegaba Francia, Alemania, Holanda y hasta a El Vaticano.

"Honestamente, no sabíamos que Puerto Rico tenía esta fama de ser un país cafetalero y de tener uno de los mejores café del mundo", explica Sepúveda.

El clima tropical logró posicionar a la Isla entre las mejores localizaciones para cultivar el grano.

Pero varios elementos como la migración de personas, huracanes y el cambio de soberanía afectaron la industria.

Una vez que Puerto Rico pasó a ser parte de Estados Unidos, la economía volvió a centrarse en la caña de azúcar, dejando a un lado la época de oro del café.

"Impactó de una manera muy grande a la economía y desapareció mucho de lo cafetales", ahonda Sepúlveda.

Con las nuevas tendencias agrícolas en la isla, la industria tuvo un leve resurgir para el 2010.

Pero la historia se volvió a repetir, cuando los huracanes Irma y María atravesaron la isla en el 2017, dejando solo un 20% de la producción del café. 

Y mientras miles de puertorriqueños salieron de la isla para empezar desde cero en los Estados Unidos, este par de socios comenzaron desde cero pero desde Puerto Rico. 

Sam, piloto de profesión, e Iván, quien tiene su compañía de mercadeo, perdieron 90% de la cosecha de café, ocasionando el cierre temporero de las operaciones.

Luego de mucho esfuerzo, los empresarios lograron abrir este lugar de café hace 10 meses en el Lower East Side, utilizando un grano de café que viene directo desde las montañas de Puerto Rico. 

A pesar de que 787 Coffee a podido resurgir, la industria en la isla aún se encuentra en plena recuperación. 

Y de acuerdo con Sepúlveda: "[A] Puerto Rico aun le falta mucho por alcanzar cuando se trata de producción".

El desempeño de estos empresarios en las calles de Loisaida ha sido tanto, que dentro de muy poco abrirán las puertas de su segundo café en la ciudad de Nueva York, ofreciéndole a los neoyorquinos el exquisito café que se produce en Puerto Rico.